La UPM amplía el plazo de licitación y presentación de ofertas del concurso para la prestación del servicio de limpieza de diversos centros upemeros. Ante las muy nutridas preguntas de posibles ofertantes ha habido que modificar algún anexo del pliego de cláusulas administrativas en el que faltaba información económica fundamental para poder presentar con ciertas garantías las ofertas pertinentes. Aunque dicen que los números no cuadran y que el concurso prodría estar en la cuerda floja.
Mientras tanto, el personal de la limpieza está inquieto y se queja de la poca información que se les dispensa, especialmente por sus representantes sindicales, Jesusito de mi vida y de mi corazón, con un Comité de empresa que no conoce elecciones desde hace una década. Para qué, pensarán estos chicos cocos, si así vamos bien. Con revalidar los cerca de 55.00 euracos anuales ya vamos bien, que los servicios que se prestan hay que remunerarlos adecuadamente, que la plantilla se solivianta y hay que controlarla, lo que la empresa mande.
Que si hay bajas por enfermedad y la empresa no las cubre, además de reducción de personal a mansalva, no pasa nada. Que si hay acoso, amenazas, nepotismo, miedo a expresar cualquier queja o reclamación por nimia que sea... qué se le va a hacer, corramos un tupido velo. Lo importante es la omertá, y de eso ya se encargan ellos. El Código Ético que la empresa tiene queda muy bien calzando la mesa de Jesusito.
Mientras tanto, el Rector anuncia, alborozado, que la UPM está escalando puestos a marchas forzadas en los rankings universitarios nacionales e internacionales. Unos suben mucho y otros cada vez caen más bajo.
Mientras tanto, el personal de la limpieza está inquieto y se queja de la poca información que se les dispensa, especialmente por sus representantes sindicales, Jesusito de mi vida y de mi corazón, con un Comité de empresa que no conoce elecciones desde hace una década. Para qué, pensarán estos chicos cocos, si así vamos bien. Con revalidar los cerca de 55.00 euracos anuales ya vamos bien, que los servicios que se prestan hay que remunerarlos adecuadamente, que la plantilla se solivianta y hay que controlarla, lo que la empresa mande.
Que si hay bajas por enfermedad y la empresa no las cubre, además de reducción de personal a mansalva, no pasa nada. Que si hay acoso, amenazas, nepotismo, miedo a expresar cualquier queja o reclamación por nimia que sea... qué se le va a hacer, corramos un tupido velo. Lo importante es la omertá, y de eso ya se encargan ellos. El Código Ético que la empresa tiene queda muy bien calzando la mesa de Jesusito.
Mientras tanto, el Rector anuncia, alborozado, que la UPM está escalando puestos a marchas forzadas en los rankings universitarios nacionales e internacionales. Unos suben mucho y otros cada vez caen más bajo.