domingo, 7 de mayo de 2017

Al borde de un ataque de nervios

Anda la gerencia revirada, con la mirada aviesa y el ceño fruncido, a cuenta del nonato concurso de traslados del PAS laboral. En el palacio arzobispal, para algunos ya degradado a casa parroquial, andan buscando un culpable más allá de sus confortables despachos y han señalado con el dedo, una vez más, al SAP. Poco importa que la decisión de no aceptar tal cual el engendro enviado al Comité de Empresa fuera tomada unánimemente por todas las fuerzas sindicales allí representadas. No, la culpa es nuestra. Pero, como algunos se encargan de recordarnos de vez en cuando, somos 3 de 23. Y así es, para todo. Qué no sucedería si fuésemos más. El acabose, visto lo visto.

En los otros sectores parece que las cosas van mejor, fruto en algunos casos de alianzas raras, raras. En el PDI laboral, la mayoría absoluta de un sindicato permite a gerencia lidiar cómodamente, con la inestimable ayuda del señorito del barrio de Salamanca, antisindicalista confeso pero que por conseguir unas plazas se alía con su diablo.

En el PDI funcionario el escollo está en la reciente sentencia que estima una reclamación de complementos, y ahora la gerencia se pone de perfil. En el PAS funcionario, se han impuesto las tesis gerenciales y los que aspiraban a un traslado en condiciones parece que lo tienen crudo, excepto los patanegra habituales.

El día de la marmota.


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